¿Cuál debe ser el rol del juez en los procesos familiares? A esa pregunta la responde la jueza Aida Kemelmajer de Carlucci, que el miércoles fue recibida con todos los honores en el teatro San Martín, donde brindó una capacitación para estudiantes de derecho, jueces y aspirantes sobre el modelo de magistrados que requiere la sociedad. “Los jueces no somos elegidos por el pueblo, a la legitimidad la ganamos con las sentencias, que deben ser bien fundamentadas”, indicó la doctora y docente, que fue varias veces galardonada como jurista, integró la Corte de Suprema de Justicia mendocina y fue autora de las modificaciones del Código Civil y Comercial de la Nación en 2014 junto con los camaristas nacionales Ricardo Lorenzetti y Elena Highton de Nolasco. La conferencia fue organizada por la Escuela Judicial.

Kemelmajer comenzó recordando la premisa de que ser juez no es solo adquirir facultades, sino también deberes. Además la magistrada citó al filósofo belga François Ost, que encasilló a los jueces en tres tipos:

1) El Jupiter, un juez tradicional del siglo XIX, que aplica una ley autoritaria. No es persuasivo y se limita a la norma. Cree que todo lo puede. Es el modelo que no se pretende.

2) El Hércules, un juez más humanizado. Pone los pies en la tierra. Está presente en varios frentes, es más cotidiano. Pero necesita de los principios que lo acompañen. El juez que aspira a la descodificación.

3) El Hermes, inspirado en el dios de la mitología que orientaba en los caminos a los hombres, es el juez que tiene los pies en la tierra y que busca las soluciones a partir de las normas vigentes, para darle una solución equitativa al caso. Es el modelo que Kemelmajer recomienda.

“El juez es neutral pero no por eso debe ser indiferente, decía Antonio Morello. Debe ser como el modelo Hermes. El magistrado debe aplicar los principios jurídicos, no personales, porque todos nos hemos criados en contextos distintos, en hogares distintos y los principios personales no son los mismos para todos”, sostuvo la jurista que en 2016 recibió el Premio Konex de Brillante a la personalidad más destacada en Humanidades de esa década en Argentina.

Durante su conferencia analizó varios casos de sentencias. Mostró ejemplos positivos, negativos e incluso casos “dudosos” que tomaron más tiempo resolver.

El factor tiempo

Kemelmajer instó a que los jueces respeten los tiempos de los juicios. Sin dilaciones. “Hay jueces con varios libros publicados, pero que tienen sus despachos muy atrasados. No hay que olvidar que resolver es nuestro deber primordial. Hay que buscar celeridad en el proceso y más en los tiempos actuales”, argumentó, y recordó como ejemplo el caso de una adopción irregular, en la que una madre dejó a su niña con gente de confianza. Cuando la menor ya tenía 11 años, se judicializó el caso y fue un largo proceso para legitimizar esa adopción. Se planteó dar a la niña a otra familia, a pesar de que la menor se sentía contenida por sus tutores y que los adoptantes no mostraban falta de idoneidad en la crianza. “El tiempo modifica situaciones, el tiempo puede tomar sentencias si no lo hacen los jueces”, agregó.

La camarista mendocina agregó que la celeridad no debe implicar negligencia. “La sentencia debe ser rápida, pero además debe ser razonablemente fundada. Eso es un derecho de la persona (afectada) y un deber del juez. Las personas tienen el derecho de recurrir las sentencias y luego la Corte las confirma o las anula. Con las sentencias bien fundadas el juez gana legitimidad”, argumentó.

Luego, en rueda de prensa, habló de que la mora judicial es un problema muy frecuente por el que intervienen el tribunal Europeo y la convención Interamericana, razón por la que nuestro país, España e Italia han recibido condenas por parte de los tribunales de Derechos Humanos. “Eso es porque existe un derecho a que un juicio termine dentro de plazos razonables. Los países son condenados cuando los ciudadanos sufren los perjuicios de estos juicios que se dilatan y dilatan en el tiempo”, explicó la experta. “Cuando la Justicia no responde en término, es el Estado el que responde internacionalmente. No tenemos dinero para los hospitales, pero a ese dinero lo tenemos que pagar luego en indemnizaciones”, agregó.

Ideología

En otras entrevistas, Kemelmajer prefirió no opinar respecto a cuestiones políticas, sin embargo en esta conferencia, aunque no lo nombró, hizo referencia a los planteos ideológicos vertidos por el presidente Javier Milei y otros miembros de La Libertad Avanza.

“Tenemos a un funcionario que dijo que en estos 40 años de democracia tuvimos la desgracia de que el presidente Raúl Alfonsín mandó al Congreso la ley de Divorcio. Dijo también que tuvimos la desgracia de tener una ley de Identidad de Género, norma que es ejemplo para muchísimos países, dijo también ese funcionario que tuvimos la desgracia de haber dictado una ley de matrimonio igualitario, también consideró una desgracia que tengamos una ley de Interrupción Voluntaria de Embarazo, cuando la Corte Interamericana de Derechos Humanos la cita como un gran avance en esta materia, porque las niñas que van a la Justicia por estos casos son niñas abusadas, muchas veces en sus casas, y esa es la verdadera desgracia que estamos evitando con estas leyes”, enfatizó. En todos los casos remarcó la importancia que tuvieron varios jueces para que hoy existan esos derechos. “Creo que hay que tener confianza en todos esos jueces que estoy mencionando, pero si no tienen confianza entonces oremos… ¡Pero no le oremos a las fuerzas del cielo!”, concluyó.

“Siempre estuve en contra de eso. Bajar la edad de imputabilidad no resuelve el problema”

“Acá se creen que vamos a terminar con el problema de los menores infractores de la ley penal bajando la edad de imputabilidad, pero eso me parece absurdo”, indicó Kemelmajer en entrevista. “El problema de los menores infractores es muy complejo y toda la sociedad tiene que trabajar junta para resolverlo. Tenemos que llegar a métodos de justicia restaurativa para estos menores que no son imputables penalmente, porque tenemos que hacer algo con ellos. No es que a un chico de 14 años lo dejamos y le decimos ‘andá a seguir matando’, nadie dice eso. Ni la ley ni los jueces decimos eso”, agregó.